La
morcilla de León, es uno de los productos más típicos de nuestra gastronomía y
uno de los más apreciados.
La morcilla de León, a diferencia de
otras morcillas que se hacen en otras Comunidades Autónomas de España, se
compone únicamente de sangre de cerdo y cebolla, por eso es menos consistente
que otras que llevan arroz o piñones.
Hay elaboradores que complementan
esta materia prima con miga de pan y grasa de cerdo, con ajo y pimentón, etc.
Se embute en tripa natural y se cuelga para su secado; este secado puede ser
natural (al aire) o bien con humo. Se ata con cuerda/hilo la tripa cada 15 o 20
cms. para hacer cada unidad que compone una ristra de morcillas.
Aunque es un producto asociado a la
típica matanza del cerdo, está disponible durante todo el año. Se puede
encontrar en cualquier carnicería o charcutería, y en su variedad dulce o
picante.
La forma de comerla más habitual es
frita, bien sea en sartén o plancha. Se saca de la tripa y con muy poco aceite
se frie hasta que adquiere un color más oscuro. Otra forma muy rica de comerla,
es cocida. Se cuecen enteras y luego se sacan de su tripa y se sirven en una
cazuelita de barro.
Las condiciones climáticas de león,
frío y seco, hacen que sea un producto que se cura estupendamente en toda la
provincia, pero sobre todo en el norte montañoso de la provincia.
Es un producto delicado, que
requiere un sitio fresco para su conservación. Por ello, si se decide a llevar
unas morcillas de nuestra tierra, cómprelas muy poco tiempo antes de irse. Y
llévelas en un sitio fresco, pues corre el peligro de que le lleguen
estropeadas (se ponen ácidas).
Morcilla de León.
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